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TOMADO EL 27 DICIEMBRE 2014 DE:
http://www.zenit.org/es/articles/la-obtencion-de-organos

 

LA OBTENCIÓN DE ÓRGANOS

 

MANUEL ZUNÍ­N, OBSERVATORIO DE BIOÉTICA

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALENCIA SAN VICENTE MÁRTIR

 

¿Es moralmente lícito la obtención de órganos de cadáveres para trasplantes, sin consentimiento informado previo? 

Introducción

El avance de la medicina actual tiene unos de sus máximos logros en los trasplantes de órganos, que permite alargar la vida de personas desahuciadas. Por otra parte da la oportunidad para ejercer la solidaridad de la donación entre vivos y principalmente la donación de órganos después de la muerte es sin duda una gran conquista humanitaria de la sociedad postmoderna.

La Iglesia ha promocionado desde su inicio este magnífico don de sí, que es el fundamento humano de esta práctica. El primer documento al respecto es de Pio XII y la enseñanza del Magisterio ha alentado con entusiasmo esta práctica. A título de ejemplo, citamos el caso del actual Papa emérito, entonces Cardenal Ratzinger que llevaba siempre consigo la tarjeta que lo identificaba como donador de órganos. Son muchos los documentos que promueven esta donación de sí, propia del mensaje evangélico que enseña la Iglesia.

En este informe nos referimos especialmente a la Iglesia Católica porque nuestro Observatorio pertenece a una Universidad católica y porque más allá del aspecto confesional, la Iglesia se ha destacado, desde sus inicios, por el más elevado ideal humano que el mundo ha conocido.

Situación

Dada la generalización de la práctica de trasplante de órganos y su creciente demanda existen muchas organizaciones nacionales e internacional que vienen concientizando a la población sobre la importancia de ofrecer sus órganos a través de consentimiento informado realizado en vida que algunos llaman testamento vital y en España declaración de voluntades anticipadas.

Actualmente existe una gran preocupación de los gobiernos por la falta de órganos para atender la urgente necesidad de atender las demandas actuales de trasplantes. Son muchos los que mueren por falta de órganos disponibles para ser trasplantados y la lista de espera sigue aumentando.

Ante esta situación se ha demostrado, y España es un referente en ese sentido, que una legislación que imponga la donación de órganos a todos aquellos fallecidos sin haberse, explícitamente y por escrito, opuesto, a que dispongan de sus órganos después de haber sido declarados muertos, aumenta la disponibilidad de órganos para trasplante. Pero, ¿es moralmente aceptable retirar órganos sin un consentimiento informado previo?

El Magisterio de la Iglesia Católica se opone a la obtención de órganos de cadáveres de personas que no dieron su consentimiento explícito en vida o en su lugar el consentimiento informado de sus familiares, por considerar que solo es legítimo retirar los órganos de un fallecido si éste los ofreció expresamente, por entender que solo es legítima esta práctica si procede de un don que la persona hizo en vida. Una vez más la Iglesia manifiesta que lo que se puede pedir por caridad no se puede exigir por la ley.

Citamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el punto 2296, “El trasplante de órganos es conforme a la ley moral si los daños y los riesgos físicos y psíquicos que padece el donante son proporcionados al bien que se busca para el destinatario. La donación de órganos después de la muerte es un acto noble y meritorio, que debe ser alentado como manifestación de solidaridad generosa. Es moralmente inadmisible si el donante o sus legítimos representantes no han dado su explícito consentimiento.”El destacado es nuestro.

Creemos que esta doctrina, a primera vista, puede ser difícil de comprender. Nos podríamos preguntar, ¿qué mejor solución para un órgano destinado a corromperse sirva para dar vida y, de alguna manera, mantener vivo, al menos, una parte del fallecido? Sin duda este es un tema de debate entre los bioéticos, principalmente anglosajones y especialmente en el Reino Unido donde el consentimiento informado es requisito indispensable para la donación de órganos. Aunque en Gales, a pesar de la oposición de la Iglesia, la ley que impone el presunto consentimiento está ya en su última fase, una ley parecida en etapa de consulta se ha presentado en Escocia recientemente, donde el episcopado se ha manifestado en contra.

Para comprender mejor el pensamiento de la Iglesia Católica sobre esta delicada materia citamos el estudio publicado por “The National Catholic Bioethics Center”,en el periódicoThe National Catholic Bioethics Quarterly-Summer 2009, págs.245-248. Cuyo autor es el Rev. Nicanor Pier Giorgio Austriaco, O.P., Ph.D, profesor asistente de biología en “Providence College” en Rhode Island, Estados Unidos.

Bajo el título “El Consentimiento Informado y la obtención de órganos de cadáver humanos” afirma, “Cómo justificamos moralmente la obtención y trasplante de órganos humanos de cadáveres?[...]Como Juan Pablo II afirma en una alocución a un congreso internacional, “ Cada trasplante de órgano tiene su razón de ser en una decisión de alto valor ético: la decisión de ofrecer sin recompensa una parte de su propio cuerpo para la salud y el bienestar de otra persona, aquí reside la nobleza del gesto que es un acto de genuino amori.” Luego el autor cita el punto 2296 de Catecismo que mencionamos arriba y documentos del Magisterio que confirman esta enseñanza.

Continúa el autor afirmando:

“El consentimiento informado protege la dignidad intrínseca y la inviolabilidad de la persona humana de dos maneras:

Reconoce que el cadáver de una persona humana, a pesar de no tener un valor intrínseco, debe ser respetado por la dignidad de la persona humana hecha a imagen y semejanza de Dios y requiere que honremos también sus restos mortales”. Después cita un texto de Pio XII que sintetiza el valor intrínseco de los restos mortales de un ser humano y que ha caracterizado a la humanidad desde sus primitivos estadios de evolución, donde afirma, “El cuerpo es el habitáculo del alma espiritual e inmortal y un constituyente esencial de la persona humana cuya dignidad comparte. Algo de su dignidad permanece en su cuerpo. Nosotros podemos decir, también, desde que el cuerpo es un componente del hombre, ha sido formado también a imagen y semejanza de Dios[…]Finalmente, el cuerpo humano, aunque ahora muerto, está destinado a la resurrección y a la vida eterna. Esto no es así para el cuerpo de un animal.ii

El consentimiento informado presupone también que la persona humana no es más que un cuidador, no el dueño, de su propio cuerpo. Ni el individuo ni cualquier otro, ni siquiera la sociedad, debe tratar tanto el cuerpo como sus órganos y miembros como una propiedad que puede ser tomada y distribuida como una herencia. […] Precisamente, ‘el consentimiento informado respeta y reconoce que el órgano trasplantado esencialmente es un don, un regalo que una persona da a otra. La necesaria condición de un don como don es que él debe ser dado.iii

El estudio continúa citando a Benedicto XVI, “Con frecuencia, el trasplante de órganos se da lugar como un desinteresado gesto por parte de los miembros de la familia del que ha sido declarado muerto. En estos casos, el consentimiento informado es una precondición de libertad para que el trasplante pueda ser caracterizado como un don y no interpretado como un acto coercitivo o abusivo.iv

Creemos que los trechos del estudio de este informe dan un sólido fundamento del pensamiento de la Iglesia, esperamos así cumplir con el mandato del Papa emérito cuando nos decía, que tenemos que dar razones de nuestra fe. Sin duda es un tema muy delicado, pero la doctrina moral de la Iglesia tiene como fin primordial guiar las conciencias especialmente cuando de temas arduos se trata.

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i John Paul II, Address to the International Congress on Transplants (August 29, 2000)

ii Pius XII, Allocution to a Group of Eye Specialists, (May 14, 1956) in The Human Body: Papal Teaching, ed. Monks of Salesmen (Boston: St. Paul Editions, 1960), 382. 

iii For a phenomenological study of the gift, see Kenneth L. Schmitz, The Gift: Creation (Milwaukee, WI: Marquette University Press, 1982), 34–63. See also the insightful observations by Robyn Horner in Rethinking God as Gift: Marion, Derrida, and the Limits Of Phenomenology (New York: Fordham University Press, 2001), 1–18.

iv Pope Benedict XVI, Address to the participants in the international congress “A Gift for Life: Considerations on Organ Donation,” (November 7, 2008), trans. Zenit, http://www.zenit.org/article-24191?l=English

 

 

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